No existe un único estilo que funcione siempre. La eficacia viene de adaptar la forma de dirigir y de apoyar a cada persona y a cada tarea.
El liderazgo situacional propone leer dos variables: competencia (qué tanto dominio hay) y motivación/confianza (qué tantas ganas y seguridad existen). Con esa lectura, eliges cuánta dirección dar y cuánto acompañamiento ofrecer.
En sencillo: a veces toca ser más directivo (definir pasos y criterios); otras, más de apoyo (escuchar, destrabar, facilitar). El punto es ajustar, no imponer un estilo fijo.
1.- Observa la tarea (no solo a la persona). ¿Es nueva o conocida? ¿Qué riesgo implica si sale mal?
2.- Detecta el nivel actual:
• Baja competencia + baja motivación/confianza → necesita guía clara y seguimiento cercano.
• Baja competencia + alta motivación → quiere aprender; requiere dirección más coaching.
• Alta competencia + motivación variable → sabe hacer; necesita apoyo para foco y energía.
• Alta competencia + alta motivación → autonomía; mejor acompañar a distancia.
3.- Elige tu respuesta:
• Orientar (E1): instrucciones precisas, estándares y checkpoints frecuentes.
• Entrenar/Persuadir (E2): dirigir y apoyar a la vez; explicas el porqué y enseñas el cómo.
• Participar (E3): involucras en decisiones; facilitas, priorizas, cortas ruido.
• Delegar (E4): acuerdas objetivo y criterio de éxito; das espacio y confías.
Caso A: tarea crítica y nueva
Una analista debe levantar un reporte que nunca ha hecho.
• Lectura: baja competencia, alta motivación.
• Respuesta: Entrenar (E2). Define entregable, etapas y fechas; explica criterios de calidad; arma un par de sesiones cortas para dudas y práctica.
Caso B: especialista con mucha experiencia
Una líder técnica resuelve incidencias similares desde hace años.
• Lectura: alta competencia, alta motivación.
• Respuesta: Delegar (E4). Acordar objetivo y “listo cuando…”, remover obstáculos y pedir un update breve al cierre del día o del sprint.
Caso C: buen dominio, energía baja
Un referente conoce el proceso, pero viene de semanas exigentes.
• Lectura: alta competencia, motivación variable.
• Respuesta: Participar (E3). Co-diseñar ruta, priorizar lo esencial y redistribuir tareas no críticas para recuperar tracción.
• Revisión visual: en un pizarrón planeador o tablero, lista 3–5 tareas clave del equipo. Para cada una, anota el nivel actual (orientar/entrenar/participar/delegar).
• Ajuste fino: pregunta “¿dónde sobra dirección?” y “¿dónde falta apoyo?”. Cambia una cosa por tarea (un checkpoint, un recurso, un criterio).
• Cierres breves: al final de la semana, identifica qué subió de nivel. Si una tarea pasó de entrenar a participar, baja tu intensidad y reconoce el avance.
• Plantilla 1:1 de 10 puntos: objetivo de la semana, obstáculos, decisiones pendientes, recursos, siguiente paso concreto. Mantiene conversaciones enfocadas.
• Checklist de calidad por tarea: define “listo cuando…”. Reduce retrabajo y ambigüedad.
• Bitácora de aprendizajes: al cerrar, anota qué funcionó y qué moverías. Ese registro acelera el paso de orientar → delegar.
• Tablero visual: tarjetas por tarea con el nombre de la persona y el nivel actual (E1–E4). Mover tarjetas hace visible el progreso y alinea expectativas.
• Etiquetar a la persona (“siempre necesita guía”). El modelo es por tarea, no una etiqueta fija. La misma persona puede estar en E1 en algo nuevo y en E4 en su especialidad.
• Dar apoyo cuando falta base técnica. Si no hay conocimientos, primero orienta y enseña; la contención no reemplaza la instrucción.
• Delegar sin acordar el criterio de salida. Delegar no es desaparecer: es clarificar resultado, riesgos y cuándo pedir ayuda.
• No actualizar el nivel. Lo situacional cambia. Relee la tarea cada semana y ajusta tu estilo.
El liderazgo situacional no se trata de controlar más, sino de ajustar mejor: observar la tarea, elegir la respuesta adecuada y soltar cuando corresponde. Al inicio requiere atención consciente; luego se vuelve natural.
Con una lectura honesta y una conversación breve, el equipo gana claridad y autonomía, y tú recuperas tiempo para lo estratégico.
Para empezar hoy: elige una tarea y una persona. Define el nivel, acuerda el siguiente paso y un checkpoint. En siete días, reevalúa: ¿subió de nivel? Si sí, reduce dirección y aumenta confianza. Si no, agrega apoyo o especificidad.
Pequeños ajustes, sostenidos en el tiempo, construyen resultados grandes.
Suscríbete a nuestro newsletter
Visita nuestras tiendas oficiales